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Seis estrategias para vivir sin estrés
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Cuando hablamos de estrés enseguida se nos viene a la cabeza la imagen de un ejecutivo atareado a punto de perder los nervios. Pero lo cierto es que el estrés no es propiedad única del mundo laboral y mucho menos es sólo patrimonio de los puestos directivos. Todos nosotros podemos ser víctimas del estrés. Pero, ¿estamos todos igual de preparados para afrontar una situación estresante?

Si hacemos una breve encuesta entre las personas que están a nuestro alrededor y les preguntamos qué es para ellos el estrés y cuál creen que es el síntoma más destacado, es posible que recibamos tantas respuestas diferentes como personas hemos encuestado.

Estrés agudo y estrés crónico

Esta es una de las particularidades del estrés: no hay una definición única y sus síntomas varían mucho de una persona a otra. El estrés en sí mismo no es una enfermedad. Lo que conocemos como estrés agudo es una situación puntual que nos provoca una reacción que puede ser fisiológica, conductual o psicológica. Cuando esa situación estresante se prolonga en el tiempo se convierte en estrés crónico dando paso a enfermedades que pueden llegar a ser muy incapacitantes para la persona.

En la percepción del estrés las diferencias individuales juegan un importantísimo papel. Ante un mismo hecho una persona puede sentirse estresada mientras que para otra no suponga ningún problema. Pensemos por ejemplo en dos personas que acaban de ascender y entre sus nuevas funciones está la de hacer presentaciones de un producto o idea ante un grupo. Para uno de ellos esta nueva situación puede suponer experimentar un tremendo estrés cada vez que debe hablar en público, mientras que para el otro no es más que una rutina del nuevo cargo.

Algunos síntomas del estrés

Los síntomas que podría presentar nuestro recién ascendido empleado podrían ser psicológicos: ansiedad, pérdida de confianza en sí mismo, pérdida de concentración, etc.

Si los síntomas fueran físicos podría padecer un exceso de sudoración, mareo, aumento de las palpitaciones, mareos o incluso crisis de pánico.

Los cambios en su conducta podrían ser: comer de forma compulsiva para eliminar la ansiedad, iniciarse en el hábito del tabaco, o incluso abusar del alcohol para eliminar los síntomas físicos que le provoca la situación estresante.

Podría tener todos estos síntomas, o sólo algunos.

Contra el estrés, pensamiento positivo

No podemos influir en la mayoría de las situaciones externas que nos ocurren a diario, pero sí podemos aprender a enfrentarnos a ellas de forma diferente, con “pensamiento positivo”.

Los estudios han demostrado que las personas que mejor resisten el estrés presentan un rasgo común: el optimismo. Pero ¿cómo convertirnos en personas optimistas? A continuación contamos seis estrategias que nos ayudarán a ser más optimistas:

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1.Reconocer el pensamiento negativo: Hay personas que tienden a fijarse únicamente en los aspectos negativos, reales o no, de cada situación. Las situaciones estresantes que se mantienen en el tiempo aumentan la tendencia de las personas a focalizarse en los aspectos negativos. Hay que hacer un esfuerzo consciente por analizar si nos estamos concentrando sólo en lo malo.

 

2.Y evitarlo… En el momento en que nos descubrimos dando vueltas a una imagen negativa debemos actuar: detener nuestro pensamiento y racionalizar si todo lo que nos hemos dicho es real o fruto de la tendencia a verlo todo negro. Evitaremos pensar en términos de “todo o nada”. El hecho de que en un momento concreto algo no haya salido como esperábamos, no significa que siempre, todo, vaya a salir mal.

 

3.La imaginación al poder. Ante una situación que previsiblemente podrá causarnos estrés, debemos anticiparnos mentalmente e imaginarnos saliendo airosos de ella. En el caso de nuestro empleado, debería hacer ejercicios visualizando todos los pasos que debe dar para realizar una exposición en público y ver mentalmente cómo supera triunfante cada uno de esos pasos. Inconscientemente las personas estamos siempre imaginando cómo será nuestro desempeño en situaciones nuevas, pero muchas veces, hasta en el pensamiento, nos imaginamos fracasando en el intento.

 

4.Resaltar lo positivo. La mejor manera de hacerlo es por escrito. Una lista con todo lo bueno y otra con lo malo. Se trata de ayudarnos a reflexionar acerca de los cambios que necesitamos realizar en nuestra vida. En situaciones de estrés, tendremos que hacer un esfuerzo para encontrar los aspectos positivos. La propia situación en la que nos encontramos nos impide ver cosas positivas a nuestro alrededor. Ante el estrés tendemos a generalizar lo malo a todas las áreas de la vida.

 

5. Aprender a valorarnos mejor a nosotros mismos. Quienes desde niños se han sentido valorados incondicionalmente por sus padres o por personas próximas, en general, son más optimistas. Nunca es tarde para que actuemos igual con nosotros mismos. Debemos aprender a ser más indulgentes con nuestros propios errores y buscar lo positivo también en nuestra conducta.

 

6.El método Coué. Este psicoterapeuta francés desarrolló la estrategia de la autosugestión que consiste en repetirnos diariamente frases positivas acerca de nosotros mismos: “soy una persona valiosa”, “no me rindo ante las dificultades”, “puedo lograrlo”, etc.

Si deseas aprender herramientas para manejar el estrés consulta acá.

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