Cuando hablamos de estrés enseguida se
nos viene a la cabeza la imagen de un ejecutivo atareado a punto de perder los nervios. Pero lo cierto es que el estrés no
es propiedad única del mundo laboral y mucho menos es sólo patrimonio de los puestos directivos. Todos nosotros podemos ser
víctimas del estrés. Pero, ¿estamos todos igual de preparados para afrontar una situación estresante?
Si hacemos una breve encuesta entre las
personas que están a nuestro alrededor y les preguntamos qué es para ellos el estrés y cuál creen que es el síntoma más destacado,
es posible que recibamos tantas respuestas diferentes como personas hemos encuestado.
Estrés agudo y estrés crónico
Esta es una de las particularidades del
estrés: no hay una definición única y sus síntomas varían mucho de una persona a otra. El estrés en sí mismo no es una enfermedad.
Lo que conocemos como estrés agudo es una situación puntual que nos provoca una reacción que puede ser fisiológica, conductual
o psicológica. Cuando esa situación estresante se prolonga en el tiempo se convierte en estrés crónico dando paso a enfermedades
que pueden llegar a ser muy incapacitantes para la persona.
En la percepción del estrés las diferencias
individuales juegan un importantísimo papel. Ante un mismo hecho una persona puede sentirse estresada mientras que para otra
no suponga ningún problema. Pensemos por ejemplo en dos personas que acaban de ascender y entre sus nuevas funciones está
la de hacer presentaciones de un producto o idea ante un grupo. Para uno de ellos esta nueva situación puede suponer experimentar
un tremendo estrés cada vez que debe hablar en público, mientras que para el otro no es más que una rutina del nuevo cargo.
Algunos síntomas del estrés
Los síntomas que podría presentar nuestro
recién ascendido empleado podrían ser psicológicos: ansiedad, pérdida de confianza en sí mismo, pérdida de concentración,
etc.
Si los síntomas fueran físicos podría padecer
un exceso de sudoración, mareo, aumento de las palpitaciones, mareos o incluso crisis de pánico.
Los cambios en su conducta podrían ser:
comer de forma compulsiva para eliminar la ansiedad, iniciarse en el hábito del tabaco, o incluso abusar del alcohol para
eliminar los síntomas físicos que le provoca la situación estresante.
Podría tener todos estos síntomas, o sólo
algunos.
Contra el estrés, pensamiento positivo
No podemos influir en la mayoría de las
situaciones externas que nos ocurren a diario, pero sí podemos aprender a enfrentarnos a ellas de forma diferente, con “pensamiento
positivo”.
Los estudios han demostrado que las personas
que mejor resisten el estrés presentan un rasgo común: el optimismo. Pero ¿cómo convertirnos en personas optimistas? A continuación
contamos seis estrategias que nos ayudarán a ser más optimistas: